viernes, 15 de julio de 2011

Meta que espera...

Las agujas del reloj marcaban las ocho de la mañana. Bajando la cuesta camino de la parada del autobús y mirando alrededor, sentí indecisión y asombro. Por un momento pensé que el despertador me había jugado una mala pasada. El paisaje que me rodeaba era extraño. Las luces de las farolas estaban encendidas y era noche cerrada. Me hice la vana ilusión que el tiempo se había metido en una burbuja y se había parado.¡¡ De ser así, mi vida podría prolongarse y no me daría miedo alguno a soplar la vela del próximo cumpleaños!! Seguí dando pasos silenciosos, para no dar lugar al despertar de esa ensoñación.

Mi ánimo y esperanza decayeron al observar a la dueña del kiosco arrodillada dentro del escaparate, colocando las últimas publicaciones. La escena que en un primer momento pensé que había parado el tiempo, siguió cobrando vida al percatarme que un grupo de jóvenes alegres y dicharacheros, esperaban en la parada del autobús. A sus espaldas portaban carteras en las que llevaban la enciclopedia de la vida.

Miré hacia arriba. No me gustó el semblante de la luna. Lucía de distinta manera a la observada, desde mi ventana, la pasada noche. Su media cara no tenía brillo y parecía cansada. Tuve la sensación, viéndo su careto descafeinado y pálido, que la noche había sigo toledana y de picos pardos… es comprensible viendo las juergas de otros, que de vez en cuando te apetezca vivir la tuya propia.

Al ver acercarse el autobús, me di cuenta que la vida seguía andando…

El tiempo no perdona. Avanza y marca las horas. Esa escena que parecía dormida contemplada a primeras horas de la mañana, no dejó de ser una vana ilusión…

Las burbujas de jabón que flotan en el aire dejando ver el arco iris, terminan rompiéndose y regando el asfalto de agua sucia y jabonosa.

No se puede parar el tiempo y pedirle que nos de tregua en esa andadura…

Hay una meta que espera…