viernes, 15 de julio de 2011

Largo recorrido...

Se sentía extenuada y ansiaba la llegada a su destino. Le resultaba crispante el ruido de las ruedas y ante las sacudidas de los baches, sufría fuertes sobresaltos. Tenía el presentimiento que el lugar a donde iba a parar, no iba a ser de su agrado. Tras ella, se había quedado un paisaje muy distinto. Suspiraba ante el recuerdo de las calientes aguas de Ipanema, el cubata de ron en las noches ardientes, y alguna mañana que otra de domingo, un rápido recorrido por las Fabelas.

Había trasiego en el compartimiento y poco espacio para sentarse. Disimuladamente posó la mirada sobre sus compañeras de viaje. Por sus indumentarias tuvo la sensación que procedían de provincias. Por más que rastreó la zona, no vio a nadie con aspecto cosmopolita. El viaje era pesado y ante una nueva parada, se agitaba bruscamente. Sintiéndose observada, no pudo disimular un gesto de desagrado. La curiosidad de otros erizaba sus nervios. Ensimismada en sus pensamientos, escuchó la voz de la que estaba a su lado.

- Perdona la intromisión, pero no dejo de observarte y por tus pronunciadas ojeras denoto que estás muy cansada. ¿Vienes desde muy lejos?

¡! Que mentecata – pensó - ¿y a ella qué le importa?!!

Era persona educada y por tanto, se vió en la obligación de responder a la pregunta:

- Sí, llevo encima muchas horas de viaje y estoy agotada. Tú, luces fresca y lozana.

- Hace escasas horas que me he hecho la toilette. Procedo de una pequeña aldea de Galicia. Viajo con mucha frecuencia. Me siento contenta porque se espera mi llegada con ansia. Saber que eres bien recibida se agradece. Es reconfortante sentir la caricia de esas manos cálidas y apasionadas ¡! Que tonta, me estoy poniendo romántica ¡! Espero que mi perorata no te resulete molesta. Últimamente no hay mucho trasiego por el lugar. Antes coincidíamos un grupo procedente de muchos lugares, y el trayecto resultaba ameno y bullanguero. ¡Las cosas han cambiado y ese personal ha menguado lo suyo! Como habrás observado, se hacen numerosas paradas y las carreteras no están muy católicas que digamos. Habría que dar un toque especial al Ministerio de Obras Públicas. Te aseguro que se arreglarían muchas cosas en este pais. Por lo de pronto, el pavimento y los bolsillos deteriorados de miles de parados que esperan ansiosos volver a andar el camino. La aldea de la que he salido, exceptuando alguna romería que otra, tiene pocas distracciones. De vez en cuando, hay que echarse una canita al aire y beber el trasiego de la capital.

La dicharachera parlanchina sorprendida por el silencio de su compañera, dirigió su mirada hacia ella. Un gesto de horror, se dibujo en su careto ¡¡ se había quedado dormida!!
Comprobó que en su vestimenta, lucían complementos de variado colorido.

Asomando el morro por un pequeño ángulo, pudo ver con deleite que llegaba a su destino. Sorteando obstáculos por el estrecho pasillo, se preparó para la salida.

Tras la parada consiguiente, las ruedas prosiguieron su recorrido.

El fuerte traqueteo del viaje, hizo que nuestra amiga, la brasileña, se despertase bruscamente. Miró alrededor y vio con sorpresa, que el recinto se había quedado prácticamente vacío. Con un prolongado bostezo, se estiró voluptuosamente. Ante ese largo trayecto desde tierras lejanas, sintió innumerables dudas. La enviaban al encuentro de seres desconocidos. Por otro lado, las noticias que llevaba para ellos no eran precisamente muy halagüeñas. Tuvo el presentimiento que no iba a ser bien recibida. Se encogió ante el frío húmedo del ambiente. La lluvia repiqueteaba con fuerza en el techo. El largo trayecto la estaba agotando. A punto de mecerse en los brazos de Morfeo, una fuerte corriente de aire seguida de viva luz le pegó sacudida.

¡¡Alguien la agarraba y la empujaba fuera del recinto!! Miró con gesto furioso hacia esa mano varonil que la apretaba y no la dejaba respirar. Fue pavor lo que experimentó. Quiso gritar, pero de su boca sellada no salió sonido alguno...

El cartero entró en el portal y miró atentamente los buzones. Cogió ese sobre azul profusamente emperifollado de sellos y que procedía de Brasil, y lo introdujo en el pequeño buzón.

La oscuridad absoluta rodeó a nuestra amiga la carta. Tiritando, se preguntó asustada: ¿Cuándo vendrán a recogerme?

El carrito del reparto, siguió calle abajo. Otros esperaban noticias…