sábado, 27 de agosto de 2011

Me falta tiempo para vivir...

Ese día, como tantos otros, el recorriro fué el mismo y nuestros pasos se encaminaron al paisaje repetido de otras veces. Ella, como siempre, me acompañaba. Al igual que a mí, le gusta llenarse los pulmones de brisa marina.
Decidí hacer balance de los debes y haberes que había en mi vida. Haciendo honor a la verdad, encontré más debes que haberes. ¿Para qué engañarnos? Se aprende a vivir con todo. Llegué a la conclusión que no eran los Cien... pero sí había unos cuantos...
Con aire distraído y apático, mire alrededor. De pronto noté un tirón en la manga. Me sorprendió el gesto porque la que me acompañaba es parca en palabras. Hice caso omiso, y un rato más tarde ese tirón volvió a repetirse. Intrigada, dirigí la mirada hacia mi derecha y pude escuchar su apenas audible voz:
- Te veo pensativa y tengo la impresión que estás, como se dice en tu tierra, "barruntando" acerca de tu vida. Se me acaba de ocurrir una idea para que estés un poco más entretenida. ¿Por qué no te compras un ordenador y le das a la tecla?
Y esa pregunta que esperaba por la respuesta, surgió de pronto. ¿Por qué no? – me dije –
Al día siguiente me trasladé a un establecimiento de segunda mano, elegí modelo y compré el ordenador. Ya instalado en el domicilio particular, le di al botón de encendido y miré hacia la pantalla en blanco. En un ángulo de la misma, percibí una sonrisa cálida acompañada de guiño. ¡ Me estaban enviando un mensaje invitándome a que hiciese recorrido !
Mis dedos quietos y expectantes, reposaban encima del teclado. Permanecí inmóvil, conteniendo la respiración.
El dedo meñique con aires de cabreo, dejó escuchar su voz:
-¡Venga ya, muévenos y déjate de rubores!
Así fue como me inicié en esa andadura. Al principio despacio, lentamente, con aires voluptuosos, pero a medida que esas letras en negrita, semejándose a pequeños y coquetuelos lunares, iban cubriendo el espacio en blanco de la pantalla, empecé a animarme.
¿Y qué decir de aquel primer día en el que descubrí que me gustaba escribir? ¡Experimenté la sensación de la borrachera sin alcohol!
¡ Todos estamos contentos ! Mis dedos engalanados con brillantina en el pelo, pajarita en el cuello, y zapatos brillantes de charol, se sienten felices de salir a la pista y bailotear todo tipo de molodías. Unas veces le dan a la sardana, otras toca muñeira, y cuando quieren menear las castañuelas y vestirse de faralaes, eligen la sevillana. Hay días que la nostalgia hace presa de ellos, y es entonces cuando se decantan por el tango o un lento vals...
Claro que no siempre tienen ganas de que los vista de gala. Es entonces al percibir que están apáticos, con aires lánguidos, y que no tienen ansias de mover la cadera, los dejo que reposen y espero a momentos mejores.
Quiero recuperar esos años en blanco que no han sido escritos, y voy a la carrerilla. Ahora sí que puedo decir, que me falta tiempo para vivir…