martes, 10 de enero de 2012

La vieja escuela

Vas a la deriva y de pronto te encuentras en una calle cualquiera mirando un escaparate. La tienda era de antigüedades.
Me quedé tras la cristalera. En un rincón, un usado y viejo libro rezaba: Catecismo segundo grado.
Es la vida que está llena de vericuetos que te llevan a todas partes. Una calle, un escaparate, un día y una hora, te trasladan a otros tiempos…
La vieja escuela…
La puerta de la entrada, estaba pintada de verde. Traspasada la estancia te adentrabas en una sala con pupitres de madera, un encerado, una bandera, un crucifijo, la foto de un señor con bigote, y una maestra con regla incluida. Era antipática y tenía andares rectos. Se asemejaba a un viejo roble. Por la proximidad del mar, se sentía la humedad. Esas cortinas, que adornaban las ventanas, lucían florecidas por el moho.
La “señora maestra” no se andaba por las ramas y se iba directa al tronco del árbol. Si no te habías aprendido las enseñanzas del catecismo, te invitaba a extender las manos. De un cajón extraía una larga y usada regla.
Se intentaba paliar el dolor de esos reglazos, introduciendo las manos bajo las axilas.
Recordando la escena, no pude dejar de encenderme y dejar que el asco brotase. Claro que ante hechos de esta índole, cuelga la coletilla: “eran otros tiempos"
Enfilé calle abajo. Atrás se quedaba la vieja escuela, la niñez, el catecismo, los pecados...