domingo, 9 de octubre de 2011

¡ Busco una carcajada !

Es lo que hay. ¿Y por qué no contarlo? Mejor dicho, es lo que he visto y no hubiese querido ver. La infusión de menta hizo efecto y me sentí como un león sin jaula. No sabía muy bien en que invertir el tiempo. Decidí asomarme a la ventana de mi salón. Más o menos lo de siempre. En esta bendita ciudad donde un día aterricé, predomina el mal tiempo. No pasa nada. Abres el paraguas y sigues capeando el temporal.
Abrí la ventana y respiré una bocanada de aire fresco. He aprendido las técnicas respiratorias de inspirar y expirar y lo paso chachi. Mis pulmones, por otro lado, me lo agradecen. Allí estaba, con los codos apoyados en la ventana y mirando hacia la calle.
Dos escenas muy distintas, acapararon mi atención. Un abuelo con su pequeño nieto. El niño hacía volar una cometa de vistosos colores. Mientras tanto el anciano, desde un banco, contemplaba con una sonrisa en los labios a ese pequeño feliz que correteaba de un lugar a otro y tiraba de un cordel mientras alzaba la vista hacia la cometa que salía al encuentro de las nubes.
Sonreí al contemplar la escena. Dejé vagar la mirada distraídamente y observé otro paisaje distinto. Una mujer, desaliñada y con viejas ropas, hurgaba dentro del contenedor de las basuras. A medida que hacía selección, introducía en una bolsa de plástico lo que creía que se podría aprovechar para poner en la mesa. En un momento dado, cogió una manzana y la contempló atentamente. Le dio varias vueltas a la misma. La frotó en la manga de su raída chaqueta, y no esperó a que sirviese de postre. Hincó los dientes con fuerza y dejó que el zumo resbalase por la comisura de los labios.
La acompañaba un niño de corta edad que contemplaba con ojos de sed, el movimiento de la manzana a la boca…
Miré hacia ambos lados de la calle. Crucé esas dos escenas. El abuelo con su nieto y una bonita cometa de colores, que vislumbraba el mundo que tenía alrededor.
En la otra esquina, se elegía el menú para la cena.
Respiré profundamente el aire de la tarde y decidí cerrar la ventana. Hacía frío y se estaba levantando un poco de viento…
Ya lo he dicho en otro lado. Me gusta escribir lo que veo aunque quisiera no haberlo visto...
Y ahora que lo pienso. Hace tiempo que la carcajada no acude a mi lado. Tendré que salir a su encuentro…
Es posible que aparezca.